17 septiembre, 2012
El anillo...
Una vez un hombre que estaba muy deprimido fue donde un hombre que tenía
fama de sabio. Cuando llegó a la casa del hombre le dijo:
- Señor, vengo a que me ayude. Me siento muy mal. Soy un fracasado. Nadie
me tiene en cuenta, todo el mundo me rechaza, mis hermanos me dicen que yo
no sirvo para nada, que soy un idiota. En el colegio, mis compañeros me
desprecian, nadie me tiene en cuenta.Últimamente pienso que tienen razón...
El maestro, mirando de soslayo al chico le dice:
-Mira, muchacho, yo, igual que tú, también tengo problemas, así que no
puedo ayudarte.
De nuevo el joven sintió que una vez más era rechazado, pero cuando ya se
iba a ir del lugar el sabio lo llamó y le dijo:
-Ya que estás aquí hazme un favor. Toma este anillo -dijo el sabio quitándose el anillo de uno de
sus dedos- ve al pueblo en el caballo que tengo allí amarrado y trata de
vender la joya. Necesito urgentemente ese dinero. Pero escucha bien esto.
¡No vayas a dar ese anillo por menos de una moneda de oro! ¿Está
claro?
El muchacho se puso feliz de ver que podía ser útil. Rápido se montó en el
caballo y se fue al mercado del pueblo que estaba atiborrado de
comerciantes. Estuvo todo el día ofreciendo el anillo, pero cuando
mencionaba el precio, la gente se reía. "Se nota que no tienes idea de lo
que vale una moneda de oro si pretendes cambiar esa joya", decían unos.
Otros, tan pronto mencionaba el valor del anillo, se mofaban o miraban para
otro lado. Cansado de tanto desprecio, resolvió volver donde su maestro. Una
vez frente a él le contó, con la cabeza agachada, de su fracasado intento
de vender la joya. El sabio le dijo de nuevo:
-Mira, hagamos lo correcto. Lleva este anillo donde el joyero del pueblo,
él si sabe de su verdadero valor. Dile que lo avalué, pero escucha bien, no
lo vendas. No importa cuánto dinero te ofrezca.
El chico, feliz, fue al pueblo y se presentó ante el joyero. Éste tomó el
anillo en sus manos y cuidadosamente lo examinó con una lupa, luego le hizo
una prueba con unos ácidos y finalmente exclamó: ¡Esto si que es una
verdadera obra de arte¡ Se quitó los lentes y mirando al muchacho le dijo
en tono muy emocionado. - Mira, muchacho. Dile al dueño de esta joya que le
doy ya mismo ¡cincuenta y ocho monedas de oro por ella! Pero que si se
espera unos ocho días más, le puedo subir el precio hasta ¡Setenta monedas
de oro!
El muchacho corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
-Siéntate -le pidió el mismo tras escucharlo- ¿Entiendes ahora?
-¿Entender que?
-Que tu eres como este anillo; una joya valiosa y única. Y como tal, solo puede valuarte verdaderamente un experto. ¿Que haces por la vida pretendiendo que "cualquiera" descubra tu verdadero valor?
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